ENRIQUE, JOVEN PASTOR.

La imagen, cedida por Angelines Polo Muñoz, pertenece a una colección de tres imágenes (que se completa con una fotografía de la plaza y otra de unas mujeres lavando en el arroyo Polendos) realizadas por un fotógrafo hacia 1961 y que fueron distribuidas a modo de postales, las cuales eran enviadas a las personas del pueblo que se encontraban lejos para recordarles su lugar de origen.

La imagen nos ofrece una bonita panorámica del municipio bajando por la carretera de Segovia, por la cuesta de San Roque, una imagen que ha cambiado mucho en estos últimos 50 años, como podemos ver en las panorámicas recientes. En primer plano encontramos a Enrique Jarito, a la edad de 10 años, cuidando un rebaño de ovejas junto a la carretera de Segovia. Tras él está la casa del señor Paco. Si seguimos hacia la izquierda vemos una tapia donde tenía un corral Gil Martínez y, junto a éste, la casa Eugenio “Tomate”, donde se había trasladado recientemente el taller de la Extraordinaria, en cuya parte de atrás se puede ver algo de chatarra. Al otro lado de la carretera de Segovia encontramos el descargadero de Santiago “Cherete” y los gallineros de Mariano, el alcalde viejo, unos de los primeros gallineros que se construyeron en nuestro pueblo. Al otro lado de la carretera que va de Fuentepelayo a Navas de Oro se ven las casas del pueblo y su imponente iglesia entre los chopos que se encontraban al lado de la carretera. La presencia de árboles a los lados de las carreteras españolas era algo muy normal, pero con los años se prohibieron, pues provocaban muchos accidentes de tráfico. Esos mismos chopos nos impiden ver la ermita de Santa Juliana que, como bien sabemos, se ve perfectamente desde San Roque, al igual que San Cebrián, que se encuentra en lo alto de la colina del fondo, un poco más a la derecha. A lo largo de la carretera de Fuentepelayo encontramos el palomar, también de Santiago “Cherete” y, a la derecha de la imagen, el descargadero de Teodoro “Navero”, tras el cual se ve la fábrica de resinas, uno de los importantes motores de la economía de Navalmanzano en la época.

Si nos fijamos al fondo de la carretera que baja, en el cruce de las Cuatro Carreteras, vemos que vienen andando tres personas a las cuales no hemos podido reconocer. Este paseo era muy habitual en estos años, pues los viandantes podían ver de vez en cuando algún coche que iba o venía a Segovia. También era un lugar buen lugar para ver las carreras ciclistas, pues se pensaba que esta subida su ponía un gran esfuerzo para los competidores.