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1971.San Roque. José Jordán
1971.San Roque. José Jordán

SAN ROQUE 

La imagen que añadimos hoy a nuestro archivo fotográfico es de la ermita de San Roque, realizada la foto en agosto de 1971 (como se puede ver en el lateral izquierdo de la imagen) y cedida por el que fue un día cura de nuestro municipio don José Jordán. Que hoy publiquemos esta imagen tiene una significación especial, pues, tras haber sido restaurada la ermita durante finales de 2011 y principios de 2012, a día de hoy se está celebrando un triduo a San Roque a modo de inauguración tras las obras.

Vamos a dejar un pequeño comentario sobre la ermita, mayormente extraído del texto que Juanjo Gilsanz realizó para el panfleto en el que se pedía el donativo para la intervención en la ermita y que aquí os dejamos. 

Se cuenta la leyenda en Navalmanzano de que eran tres hermanos, San Roque, Santa Juliana y San Cebrián, que discutían mucho y su padre les puso a cada uno en un alto para que se pudiesen ver, pero no discutir. Realmente estos tres santos no tienen nada que ver: no eran hermanos, no vivieron en la misma zona y ni siquiera eran próximos en el tiempo, pero al encontrarse en los tres puntos más altos que rodean y protegen a nuestro municipio se quiso dar cierta lógica a esta presencia a través de esta leyenda.

San Roque de Montpellier, cuya celebración es el 16 de agosto y en cuyo honor se levantó esta ermita, es un santo antipestoso del siglo XIV, cuyas biografías, de carácter legendario, se remontan a finales del siglo XV. Según estas biografías, San Roque nació hacia 1350 en Montpellier con una pequeña cruz roja en su pecho. Quedó huérfano muy pequeño y repartió la fortuna familiar entre los pobres y los hospitales. Comenzó luego a vestir hábito de peregrino para iniciar su camino a Roma en 1367, motivo por el que se le representa vestido como tal con el zurrón, la calabaza y la túnica, e incluso se le suele incluir alguna concha para hacer referencia a Santiago de Compostela, patrón de los peregrinos. Al llegar a los Apeninos encontró una ciudad devastada por la peste y colaboró en asistir y animar a los enfermos a quienes curó haciendo la señal de la cruz sobre ellos. De ahí que se le atribuyese ese poder antipestoso, de lo que deriva un estribillo de una jota popular en el que se dice “arrima te a mi niña que soy san Roque, que si viene la peste que no te toque”. Al regresar de su peregrinación, comenzó a sentir los primeros síntomas de la peste, por lo que se retiró a un bosque él solo para no contagiar a nadie. Por eso el santo en su iconografía muestra sus yagas producto de la enfermedad. Dios le envió un ángel para que le atendiese y, además, todos los días un perro de un señor de la región le llevaba un pan robado de la mesa de su amo. De ahí que el perro, que lleva en su boca una torta, sea el atributo más popular de san Roque y le haga fácilmente reconocible. Una vez restablecido, volvió a Montpellier donde nadie le reconoció por lo que fue denunciado como espía y lo encarcelaron. Esto lo podemos también asociar con la estrofa de la jota anterior que dice “me metieron prisionero por decir ¡viva san Roque!, y ahora que estoy en prisión ¡viva san Roque y el perro!”. Un día, su carcelero lo encontró muerto, irradiando una luz sobrenatural.

Debido a este carácter antipestoso del Santo fue levantada en Navalmanzano, como en tantos otros sitios, esta ermita a San Roque. A finales del siglo XVI, las malas cosechas trajeron consigo el hambre y las enfermedades a Castilla y el miedo a la peste hizo crecer en nuestra zona una fuerte devoción a San Roque. En nuestro municipio la peste hizo pocos estragos, por lo que nuestros antepasados, en agradecimiento a San Roque por librarles de esta epidemia, levantaron esta ermita en su honor a principios del siglo XVII, además de trasladar las fiestas patronales a su día, el 16 de agosto.

Esta ermita se encuentra junto al camino de Segovia, la que hasta hace algunos años era la carretera CL- 601. Esta situación hace que podamos denominarla como ermita- humilladero. El humilladero es una cruz sobre una escalinata que servía de hito o mojón para delimitar la entrada al municipio y, además, marcar la piedad de éste. Cuando pasaban por un punto de estos los peregrinos rogaban para ser protegidos durante su viaje o daban las gracias por llegar a buen término. No es de extrañar que sea San Roque el que daba la bienvenida o despedía a los peregrinos, debido a su carácter de peregrino. Hay que tener en cuenta que la puerta original era de madera y contaba con un pequeño ventanuco a través del cual se veía la imagen del santo, por lo que no había necesidad de que siempre estuviese la ermita abierta. Esta fue en su día sustituida por una puerta de metal que, con la nueva intervención, se ha sustituido por una de madera.

La ermita, muy sencilla, fue levantada en calicanto, muestra de su carácter popular. Su planta es rectangular, con unas proporciones y alzado que presentan un proyecto elaborado, siendo, por tanto, un edificio más relevante que el resto de edificaciones de propiedad privada que se levantaron en nuestro municipio. El vano de acceso al edificio se encuentra al norte, mirando al pueblo, formado por una gran arcada de medio punto en ladrillo combinado con argamasa en blanca, como en Santa Juliana, pero en esta ocasión impera más el rojo del ladrillo. Este arco estaba, como el resto del perímetro exterior, enfoscado por cemento blanco que, para resaltarle, fue decorado con pintura, que aún se dejaba intuir. Con la restauración este arco de ladrillo se ha dejado visto, jugando con la policromía del ladrillo y la argamasa anteriormente comentada. Frente a la puerta se encuentra al altar mayor, un altar que se ha hecho unos años atrás y que, tras él, se encuentra una imagen del santo en madera de una talla muy sencilla y basta, no tan elaborada como la del San Roque que hay en la iglesia. Este santo, por lo tanto, está mirando hacia el municipio, en símbolo de vigilancia y protección, lo que justifica que no se haya seguido la orientación canónica del altar en el este. Con motivo de la restauración, el santo ha quedado flanqueado por dos cuadros, uno de carácter cristológico y otro mariano, realizados por un artista popular. En el muro este de la ermita se abren dos ventanas cuadradas que iluminan el espacio interior y que dejan apreciar el espeso grosor de los muros. En la restauración se ha encontrado entre estas dos ventanas una tercera cegada que nos lleva a pensar que en origen era una única ventana la que iluminaba el espacio, pero en un momento dado, tal vez buscando una mejor iluminación, se cambió por estas dos. Como ya se ha dicho, al exterior los muros están recubiertos por cemento blanco, aunque en la restauración el muro norte ha sido cubierto por monocapa. Los muros al interior estaban recubiertos con cal que protegía el muro de humedades y le embellecía ocultando el calicanto compuesto de piedras de toda clase, ladrillos, tejas, etc. Además, la cal era muy utilizada en esta época para evitar el contagio de enfermedades. Hoy ha sido sustituida igualmente por monocapa. La ermita cubría con una hermosa estructura de madera vista que debido a su mal estado de conservación ha sido sustituida por una completamente nueva que imita su entramado. Esta techumbre, cubierta con teja, remata al exterior con una cruz con adornos de forja que destaca por su calidad.

Esta ermita siempre ha quedado en una posición más secundaria con respecto a Santa Juliana. Apenas se visita, limitando prácticamente la presencia de visitantes el día 15 de agosto cuando se sube a la ermita en la procesión de San Roque. Enrique recuerda cuando iba con don José a las misas de primavera  el olor a vacío que despedía y el polvo sobre el lomo del perro, que nos resulta familiar a cuando vamos a la procesión del día 15. Tal vez se deba a este abandono por lo que la ermita ha llegado a un estado tan lamentable de conservación que ha llevado a una intervención de tan gran envergadura. Pero el hecho es que ya se ha intervenido, dejando una ermita prácticamente nueva con otro color más limpio y más seguro. Y todo esto ha sido gracias a la gente de nuestro pueblo que, en un momento de crisis como el que vivimos, se ha volcado en este proyecto aportando donativos y mostrando un gran entusiasmo porque a San Roque se le devolviese su brillo y no se perdiese el legado de nuestros antepasados. A todos ellos gracias y, en especial, a Carmen y a María Jesús, que han sido las que desde hace ya casi un año tomaron las riendas para llevar a cabo esta intervención y han buscado toda la ayuda posible, simplemente con su buena intención, entrega y devoción.

Nos vemos esta tarde en la bendición.

 

¡MUCHAS GRACIAS A TODOS!